El 26 de marzo recibimos las visita de Pilar Martín, una enfermera del ESAD (Equipos de Soporte de Atención Domiciliaria) del Sector Sanitario I de Zaragoza.
La enfermedad y la muerte son parte integrante de la vida del ser humano. Los pacientes afectados por una enfermedad avanzada o terminal y sus familias constituyen un reto para el sistema sanitario y para la sociedad en su conjunto. La respuesta aportada a las necesidades de las personas ante una enfermedad avanzada y sin posibilidades de curación o ante la agonía, así como el apoyo prestado a sus familias, es un indicador del grado de madurez de una sociedad. La principal finalidad de los cuidados paliativos es aliviar el sufrimiento, promover la máxima calidad de vida y autonomía, y mantener la dignidad del paciente ante el proceso de la muerte, sin pretender acelerarla o posponerla, y contemplando ésta como un proceso normal.
En los cuidados paliativos se identifican cuatro dimensiones fundamentales: control de los síntomas (múltiples, multifactoriales y cambiantes), apoyo psicológico, espiritual y emocional, apoyo a la familia y apoyo al duelo.
El lugar más apropiado para proporcionar cuidados paliativos dependerá de la complejidad de la patología del enfermo y del soporte familiar con el que cuente, así como de la elección del paciente y la familia. La atención en el domicilio es la alternativa de elección para la mayoría de los pacientes terminales. Pero no es fácil para las familias cuidar en estas condiciones extremas a sus seres queridos. Por eso es necesario contar con profesionales sanitarios que les guíen, apoyen y colaboren con ellos día a día, y de esta manera no claudicar ni caer en la desesperanza.
Este es el fundamento de la existencia de los ESAD, una labor importantísima y básica para nuestra sociedad, aunque buena parte de la población desconozca su existencia. Por eso, una de sus tareas, además de la puramente asistencial, es impartir docencia, darse a conocer, y debemos señalar que Pilar Martín consiguió acercarnos esta misión de primera mano y, además, tocarnos muy profundamente el corazón con el relato de su trabajo cotidiano.