Aunque nuestro querido Rafa ya hizo una valoración de viaje de fin de estudios que los alumn@s de 3º y 4º tuvieron la suerte de realizar a la capital de Dinamarca, Copenhague, he seleccionado a modo de documento gráfico varias postales de lo que fue una magnífica experiencia tanto para los 28 chicos y chicas como para Rafa y para mí. Y es que, bajo mi punto de vista, es importante conocer otros lugares, otras gentes, otras culturas … es la mejor forma de aprender. Por muchos vídeos que veamos, muchos libros que leamos o muchos comentarios que escuchemos, ver «in situ» otros lugares es lo mejor.
Aunque nos tocó madrugar para ir a Madrid, el viaje fue bastante cómodo. Eso sí, hubo que facturar las maletas. En Madrid con el tiempo justito; en cambio en Copenhague todo fue mucho más rápido.
Ya en la capital danesa, lo primero que nos sorprendió a todos fue el número de bicicletas que vimos en la ciudad. La gente está muy concienciada con el medio ambiente, de hecho, este año Copenhague es «green capital». Si Vitoria-Gasteiz lo fue hace dos años por sus zonas verdes, Copenhague lo es por la movilidad y especialmente por el uso de la bicicleta. Hay miles de ellas. Y una curiosidad: la mayoría las dejan sin candar en la calle … y no pasa absolutamente nada.
Muchos fueron los puntos de interés. La verdad es que no paramos un momento. Quitando los tiempos para comer y cenar, visitamos los lugares más emblemáticos de Copenhague. Por ejemplo, el parque Tivoli, un lugar enorme lleno de atracciones y actuaciones musicales. La montaña rusa más antigua de Europa, con más de 100 años de vida, se encuentra allí. Iker M, Oscar, Paula, Gorka, Noelia y Rafa, entre otros, se subieron en ella.
Por la noche tuvimos la oportunidad de escuchar un concierto de música. Fue curioso porque el grupo en cuestión parecía unir a dos generaciones, ya que padres e hijos tarareaban la letra al son de la música. Eso sí, cenar o tomarse una cerveza en el parque Tivoli cuesta un ojo de la cara … y parte del otro.
Una visita de obligado cumplimiento es la zona portuaria donde se encuentra la escultura de «la sirenita». Es muy turística. Llega la gente, se hace la foto y se va. No es gran cosa, pero tiene tirón.
Un lugar muy curioso es «Christiania», una zona considerada como el último reducto hippie, quizás en el mundo entero. Es una visita más que interesante, no existen jerarquías y la vida es comunitaria. Tienen 3 lemas: no correr (huir) por la zona; no sacar fotografías; y vivir y ser feliz. Su nombre completo es «Distrito Libre de Christiania Copenhague» y digamos que … está un poco al margen de la sociedad y de la política. Viven a su bola, ocupando antiguas fábricas y casas abandonadas.
Seguimos con nuestro viaje a través de las calles de Copenhague y muy cerquita del hotel donde nos alojamos, está el barrio de Nyhavn, donde destaca el colorido de sus casas, y sus canales. Pudimos disfrutar de un paseo en barco recorriendo esos canales. Detrás de Sergio, Iker y Oscar se ven las casas de colores.
Tuvimos también la oportunidad de visitar el castillo de Rosenborg, construido originalmente por el monarca Christian IV como residencia de verano en el siglo XVII y remodelado posteriormente. Hoy alberga las joyas de la corona. Sus jardines son los más antiguos del país.
Y también hubo tiempo para los Museos. El museo de Arte Contemporáneo nos pareció … eso, arte contemporáneo. Sin más. Pero no podíamos dejar pasar la oportunidad para conocer la cultura vikinga. Dinamarca es un pueblo vikingo y el Museo Nacional está lleno de referencias a ella.
Y si hablamos de museos, de otra índole pero espectacular es el museo de la cerveza Carlsberg. Vimos la fábrica, el proceso de elaboración de la cerveza, los métodos de transporte a lo largo del tiempo y la evolución de las botellas de cerveza a lo largo de los tiempos.
También tuvimos la suerte de ver el cambio de la guardia que tiene lugar en el Palacio Real de Amalienborg, la residencia de invierno de la monarquía danesa. Son cuatro palacios exactamente idénticos y en el centro se encuentra el monumento a Frederick V. Incluso algun@s se hicieron fotografías con los guardianes, aunque hubo alguno al que no le gustaban las fotos, ¿verdad Alba Sandín?
Los pillamos en la calle y fuimos tras ellos hasta el Palacio Real. En fin, estas son algunas de las postales que nos dejó el viaje de fin de estudios del curso 2013-14.