Los alumnos de 4º ESO y varios voluntarios miembros de la Comunidad Educativa del Colegio Escolapias Calasanz participaron en la Gran Recogida de Alimentos los días 25 y 26 de noviembre de 2016
Todo comenzó por una propuesta que se nos hizo en una de las reuniones semanales de confirmación, a la que la mayoría accedimos sin pensarlo. Días más tarde, nos lo comentaron en clase, y casi todos decidimos solidarizarnos con la causa y ser voluntarios en la Gran Recogida de Alimentos que se realizaría semanas más tarde en varios supermercados de Zaragoza. De hecho, la participación fue tan grande que la jornada prevista de cooperación de cuatro horas tuvo que transformarse en dos partes de dos horas, haciendo así posible que todos los que lo deseábamos, pudiéramos colaborar en este acontecimiento que esperábamos con tanta ilusión.
Al grupo en el que yo participé se le asignó el supermercado de Mercadona de Plaza Roma. Una vez allí, nos distribuimos en dos partes, ya que cada una de ellas se situaría en una puerta del supermercado. Algunos de nosotros nos encargábamos de persuadir a los clientes que entraban en el supermercado, para que colaboraran con la causa, explicándoles en qué consistía el proceso, y dándoles detalles sobre qué tipo de alimentos podrían donar o sobre cómo podrían participar en la Gran Recogida de Alimentos.
Otras personas tenían el cometido de seleccionar los alimentos que los clientes del supermercado donaban a la causa, y de separarlos en varios grupos: aceite, pasta, “desayuno” (leche, cacao en polvo, galletas, cereales)…
También hubo otro grupo que realizó un encargo improvisado, que consistía en ayudar a las personas que lo necesitaran, a llevar las bolsas con los alimentos donados desde la caja hasta los depósitos de productos que después de llenarse serían cerrados, y recogidos por los dependientes del supermercado, dejando así espacio para otra caja vacía, en la que volveríamos a poder depositar los alimentos donados.
Al término de la actividad, todos comentamos anécdotas que nos habían ocurrido durante la recogida de alimentos, siendo algunas más divertidas, y haciéndonos otras reflexionar, ya que al estar tan cerca de las personas, también pudimos hablar con ellas. De hecho, algunas de las personas a las que habíamos propuesto colaborar, nos dijeron que su situación económica no podía permitirse el hecho de dar alimentos, y que venían al supermercado prácticamente sin dinero, fueron capaces de sacar una sonrisa y darnos un producto, lo cual nos dejó boquiabiertos. A continuación, tomamos el producto con mucho gusto y lo depositamos en el lugar correcto, ya que toda ayuda fue bien avenida.
Esta experiencia fue muy enriquecedora, ya que al menos, por mi parte, fue el primer voluntariado que había realizado, y también la primera oportunidad de acercarnos tanto a las personas y tratar con ellas y su solidaridad.
Pedro Contín
